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Quico Taronjí lleva la aventura en la sangre

Influencers| 23 de marzo de 2020

Aventurero, navegante y periodista enamorado del mar (‘la mar’ dice, como buen cántabro) donde vivió un naufragio del que salió más inclinado al misticismo y el recogimiento, Quico Taronjí (Santander, 1970) pasa sus mejores momentos en su barco y, a ser posible, solo. Hoy, una borrasca le ha obligado a quedarse amarrado y aprovecha para limpiar la embarcación cuando recibe mi llamada y apaga el estruendo de Iron Maiden que le suele acompañar. Cada domingo presenta en directo Aquí la Tierra, en la 1 de TVE.

 

“Tengo un barco de vela sueco y navego siempre que puedo en la bahía de Santander, que es donde aprendí a navegar con 6 años”

 

¿Qué cualidades se necesitan para practicar la vela?

La navegación es para cualquier persona y cualquier edad. Se cree que hace falta tener una gran forma física, pero el nivel de exigencia lo pone cada uno. Hay modalidades que exigen más esfuerzo físico como el paddle surf o el windsurf, pero en otras se puede simplemente pasear.

 

¿En tus travesías actuales notas diferencias medioambientales con las de tus inicios?

Noto que antes llovía mucho más en el norte. Te ponías las botas de agua en septiembre y hasta abril no te las quitabas, siempre estabas pisando charcos. La temperatura en el Cantábrico ahora es más alta y apenas hace frío ya.

A nivel global, en Aquí la tierra mostramos imágenes brutales que nos llegan del mundo entero. Puede que sea la facilidad de la información, que ahora podamos ver cosas que ya pasaban antes, pero cuando ves que en los incendios de Australia se ha quemado una extensión mayor que Aragón y sabes los años que se va a tardar en reforestarla, alucinas, claro. Eso me hace creer en los científicos y que estamos en un calentamiento global evidente. Yo prefiero hablar de calentamiento que de cambio climático, que suena a sentencia más irreversible.

 

Aquí la Tierra es un programa joven con madera de clásico y muy oportuno por todas estas inquietudes.

Yo disfruto presentándolo cada domingo porque, cuando acaba, eres un poco más sabio y además te has divertido. Es muy cercano, ‘blanco’ como se dice ahora, familiar… Aporta mucho a la gente y por eso se nos quiere y somos bienvenidos allá donde vamos. En vez de ser invasivos o colarnos en las casas, somos como ese vecino que cae bien cuando viene de visita.

 

¿Cuál es tu visión periodística del momento en los medios y la comunicación?

La oferta televisiva es gigantesca y creo que estamos hipersaturados. No hay un solo programa que no puedas ver online o a la carta cuando quieras y donde quieras. Se dice que la televisión generalista ha perdido calidad, pero la televisión es entretenimiento por encima de todo y a nadie se le hurta la opción de seguir leyendo novelas maravillosas o adquirir cultura de otra manera. La televisión tiene otros objetivos que culturizar y para mí no es el más importante.

Lo que ya me molesta más son las noticias falsas. Me parece patético lo que está ocurriendo con las redes sociales. De hecho, me quité Twitter porque estaba cansado de la crispación que existe en las redes, de la gente metiéndose todo el día unos con otros. Lo dejé porque me pareció más sano para mí. También dejé Facebook porque no leía más que tonterías, me he quitado el WhatsApp porque prefiero tener mis momentos de tranquilidad para leer… Y si mantengo Instagram es porque trabajo en la televisión, pero si tuviera otra profesión, ni siquiera usaría Instagram.

Navegar te ha dado alegrías, pero también la experiencia más dura de tu vida… ¿Cómo se vive un naufragio?

La sensación de naufragio es áspera y muy intensa. Fue una aventura y también un viaje interior que resumí en el libro Aislado.

Yo estaba en un momento complicado, necesitaba un cambio y me lancé a navegar todo el Mediterráneo, de Algeciras a Estambul como decía Serrat, en un trimarán de vela ligera.

Navegué casi tres meses en solitario y sin asistencia en esa pequeña embarcación hasta que un temporal de viento mistral me hizo naufragar cerca de las costas de Túnez. Fueron varias horas con la embarcación partida y luchando a muerte con el mar hasta que a las dos de la madrugada logré llegar por fin a una playa desierta.

Me enterré en la arena para no morir de frío hasta que el día siguiente pude buscar ayuda.

 

En la entrevista a Influencers, Quico Taronjí nos cuenta con detalle esta experiencia, cómo temió por su vida y qué consecuencias tuvo a nivel personal.

 

>>Podrás leer la entrevista completa en el número de marzo 2020 de la revista Influencers.

 

 

Por Juan Carlos de Laiglesia

Foto: Ricardo Rubio

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