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Las marcas también pueden ser ‘influencers’

Redaccion| 12 de abril de 2017

El término se asocia a las personas, pero una empresa puede y debe adoptar este papel.

Fundéu define la palabra ‘influencer’ como «personas con conocimiento, prestigio y presencia en determinados ámbitos en los que sus opiniones pueden influir en el comportamiento de otras muchas personas». Probablemente habría que añadir los actos, que en ocasiones son capaces de influir mucho más que una simple opinión. En cualquier caso, el conocimiento, prestigio y presencia no es algo exclusivo de las personas: las marcas y las empresas también poseen estas características, y pueden explotarlas en su propio beneficio.

Si se parte de la base de que los influencers son personas, situar a esta persona influyente en el interior de una organización empresarial hará posible que termine por contagiar ese poder al propio ente. Pensemos en empresarios como Mark Zuckerberg: ¿acaso Facebook no está impregnada de su personalidad? ¿Acaso Apple no era – y en parte sigue siendo – una empresa difícil de separar de Steve Jobs? Tanto Zuckerberg como Jobs pueden ser considerados influencers, ya que ambos han cambiado el mundo. Literalmente: lo que salió de sus cerebros ha modificado industrias enteras y ha cambiado usos sociales asentados durante siglos; han creado necesidades, oportunidades, problemas y beneficios. ¿No es eso ser un influencer?

El término influencer a menudo se relega a youtubers o instagrammers que ganan dinero por promocionar productos. Es cierto que estos jóvenes tienen influencia entre su público, lo cual es monetizable, pero no se puede restringir un término tan potente a un sector determinado del fenómeno. Si nos alejamos y observamos la panorámica completa, lo que hacen estos jóvenes no es más que crear contenido de calidad para su público objetivo (nótese el matiz: para su público objetivo). De ser esto cierto, cualquier empresa tiene a su disposición las mismas armas. A saber: redes sociales y una marca más o menos potente, pero en cualquier caso potenciable. «Toda marca debería tener redes sociales para convertirse en influencer por sí misma», explica Fernando Rubio, profesor de Social Media. La clave es trabajar la ‘marca personal’ en Internet: la percepción que tendrán los internautas sobre cada persona o empresa. Se llama ‘reputación online’, y su objetivo es ganar adeptos en las redes porque esos internautas son los mismos consumidores que caminan por la calle.

Llegados a este punto, tal vez sea necesario aclarar un concepto más: si estamos de acuerdo en que los internautas son personas reales con nombres y apellidos, restringir la búsqueda de una buena reputación al mundo digital no tiene mucho sentido si las acciones que hagamos en el mundo real son capaces de ensuciar ese trabajo. De ahí que ser influencer no sea un fenómeno que se pueda arrinconar hasta el punto de convertirse en la etiqueta que se cuelga a quien ha conseguido muchos seguidores en una red social: el verdadero influencer lo es en todas las facetas de la vida. Y la vida ahora es digital, pero mantiene un punto de realidad que no se puede obviar. A fin de cuentas, quien piense que un influencer sólo es quien ha ganado fama gracias a sus contenidos en redes sociales, que piense también que está monetizando esa fama anunciando productos que se venden… en el mundo real.

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