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Evergrande no es el problema sino el principio de algo mucho peor

Pedro Ruiz| 24 de septiembre de 2021

China ha empezado a sentir un pequeño temblor en sus cimientos. Tras mucho tiempo barajándolo, el máximo dirigente del país, Xi Jinping, se atrevió a dar el paso para detonar de manera controlada la enorme burbuja de deuda que atesoran las firmas chinas. Pero el resultado está siendo por momentos angustioso, incluso para los imperturbables dirigentes del Partido Comunista. La teatral caída de Evergrande, la mayor promotora del país, ha sobresaltado a los mercados de todo el mundo. Aunque solo es la punta del iceberg, de hecho, un par de semanas antes, el gigante financiero Huarong fue rescatado.

Los expertos y analistas descartan, por el momento, la posibilidad de una quiebra bancaria en China. Pero lo hacen con la boca más pequeña que semanas atrás. De hecho, la sucesión de acontecimientos empieza a hacer pensar que las autoridades chinas están preocupadas por la solidez de sus bancos. Así, mientras el mundo mira a Evergrande, están sucediendo otras muchas cosas desconcertantes. Sin ir más lejos, el Banco Central de China inyectó este mismo miércoles cerca de 17.000 millones de dólares en el sistema financiero, la mayor cantidad en medio año.

Unas semanas antes se ejecutó otro movimiento para asegurar la viabilidad de la banca a través del rescate de Huarong. La historia de la firma financiera, encargada de comprar entre el 30 y el 40% de la deuda incobrable de la banca, tiene su miga. Antes de que se reconocieran sus problemas, en marzo, su anterior máximo directivo fue ejecutado por recibir sobornos. Una pena excesiva incluso para un país como China, según explicaron en su día los expertos. Pero hay más. Así su salvación se vendió como una salvaguarda alcanzada tras un dura discusión en la cumbre del Partido Comunista.

 

El gobierno chino dejará caer Evergrande

Sea como fuere, Huarong se salvó. Un destino que no parece compartir Evergrande, a la que presumiblemente se va a dejar caer. Pero antes de dejarla caer, es probable que se trocee y se venda como pueda. La firma será capaz de pagar a los bonistas que mantenían deuda en yuanes por valor de 35.000 millones de dólares. Así lo anunció la compañía recientemente. Unos pagos que recibirán principalmente las entidades y los ciudadanos chinos, mientras que otros inversores que mantienen bonos en dólares presumiblemente perderán su dinero.

El movimiento busca salvaguardar en la medida de lo posible la solvencia de las entidades. Pero no será suficiente por varios motivos. El primero y más evidente es que la caída de Evergrande va a ser muy dolorosa para muchos bancos. Ping An Bank y Minsheng Bank aparecen como afectados por las liquidaciones que está haciendo la compañía. De hecho, ambos poseen el 10,6% y el 10,3% de sus préstamos concentrados en el sector inmobiliario. Además, el segundo de ellos tiene vínculos muy estrechos con la inmobiliaria. A ambos se les añade el Shengjink Bank, que es directamente propiedad mayoritaria de la promotora.

Entre ese batiburrillo de nombres sobresale uno principalmente: Minsheng Bank. La entidad con lazos con Evergrande y muy apalancada en el sector constructor tiene un tamaño considerable que podría hacer temblar el sistema bancario chino. Así, pese a que los expertos no hablan de riesgos en los bancos, «la situación cambiaría muy rápidamente si un banco de la escala de Minsheng resultara vulnerable”, explicaba un ejecutivo con sede en China de un administrador de activos a The Economist recientemente. Las autoridades centrales probablemente intervendrán rápidamente a la primera señal de dificultades en un banco importante, agrega el inversor.

 

La quiebra de los promotores podría tumbar la banca pequeña china

De ahí, quizás, la actitud del organismo bancario chino de hacer una inyección millonaria este pasado miércoles. Y es que, si Evergrande es la punta del iceberg, hay que recordar que otras muchas firmas promotoras más pequeñas van a ir detrás. De hecho, otras firmas como Sinic Holdings o R&F Properties han perdido la mayor parte de su valor y han anunciado inyecciones de efectivo para sobrevivir. La última de ellas tiene intención de recaudar hasta 2.500 millones de dólares. No serán las únicas y la factura que se espera es muy elevada, al fin y al cabo, la construcción en China supone entre el 20 y el 25% de su PIB.

Algunos bancos continuarán sin problemas, mientras otros correrán el riesgo de quebrar. En esa lista se incluyen los bancos más débiles, según señala la agencia de calificación S&P Global

Todo ello lleva a la pregunta de: ¿Podrán soportar los bancos la detonación controlada del sector promotor e inmobiliario? En términos generales, sí. De hecho, el mismo Banco Central ejecutó un test de resistencia recientemente para comprobar ese mismo escenario. En concreto, la prueba encontró que un escenario extremo, en el que los préstamos a promotores sufrieran un aumento de 15 puntos porcentuales en sus índices de morosidad, consumiría 2,1 puntos porcentuales de coeficientes generales de capital de los bancos, lo que reduciría el promedio de la industria al 12,3%.

La caída sería más que tolerable, de hecho esa cifra estaría incluso por delante de algunos bancos españoles, pero no estaría distribuida uniformemente. En otras palabras, algunos bancos continuarían sin problemas, mientras que otros correrían el riesgo de quebrar. En esa lista se incluyen los bancos más débiles, según señala la agencia de calificación S&P Global. De hecho, muchas entidades medianas ya han sufrido en Bolsa en los últimos meses a medida que se hacía patente la caída de Evergrande pese a que ya de por sí cotizaban un pequeño porcentaje de su valor en libros.

 

Xi Jinping afianzará su control en el país

De hecho, ese problema ya estaría ocurriendo en la actualidad. Así, las nuevas restricciones en forma de ratios (pasivo/activo y deuda/capital) ya estaba ahogando a las constructoras, pero la inclusión también de mantener una necesidad de efectivo respecto al volumen de deuda a corto plazo está destrozando el sector. Muchas compañías, incluida Evergrande, se han visto obligadas a vender propiedades a precios de derribo, con descuentos del 70%, para poder cumplir con ellos.

Al final, la presión de las firmas muy endeudadas provocará una caída considerable en el precio de la vivienda en China arrastrando a otras compañías más sanas. Pero la detonación controlada del sector promotor tiene una última variable aún más preocupante: ampliar el control de Xi Jinping sobre el país. En los últimos meses, el mundo ha asistido a ver como el Partido Comunista Chino ha acabado con las empresas de educación privada, que tenían un valor superior a los 120.000 millones de dólares, y ha arrasado a las firmas tecnológicas con multas, intervencionismo e incluso con prohibiciones que han acabado con el negocio de muchas de ellas. Ahora es el turno del sector promotor, y con ello del financiero, al que tendrá que rescatar.

La fórmula parece perfecta para una nueva era de dictadura comunista: una educación reglada únicamente por el Estado, la libertad coartada para todos los ciudadanos y controlada por los gigantes tecnológicos, que a su vez obedecen al régimen, y a cambio se ofrece un parque de viviendas (que terminará siendo público) artificialmente asequibles, un sistema de créditos públicos y la alimentación sustentada por décadas de control sobre el sector primario en todo el mundo. Todo parece atado. Pero hay que tener a veces cuidado con las detonaciones controladas, sobre todo cuando no se mide bien ni el explosivo ni el alcance de la explosión.

 

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