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El interiorista sonriente

R3pyme| 3 de septiembre de 2018

Es un hombre bienhumorado, empático y simpático, que enseguida crea un clima de cercanía. De esas personas que hacen más agradable la vida de quienes los rodean, aunque acaben de conocerle. A Tomás Alía le había visto en mil fiestas de Madrid, pero nunca tuve ocasión de conversar con él como hoy, cuando el Premio Influencers 2018 de arquitectura y diseño nos recibe en el local que creó hace dieciocho años, marcó un antes y un después en su carrera de interiorista y que acaba de actualizar y rediseñar. El Larios Café.

 

¿El interiorista es un decorador, un arquitecto de interiores… o qué?

Según el diccionario, un decorador es el que adorna, y yo no adorno nada, sinceramente. Yo estudié Arquitectura, pasé a Diseño y aquello era una carrera donde se hablaba del espacio y de intervenir en él. Somos las personas que realmente diseñamos ese espacio. El estudio de Tomas Alía es un estudio multidisciplinar donde intervienen urbanistas, arquitectos, interioristas, diseñadores, infógrafos, paisajistas… y todo el mundo tiene voz.

 

¿Qué variedad de trabajos realiza tu estudio?

Hasta que llegué a los grandes concursos, mi especialidad era el contract –la personalización de espacios para el público–: tiendas, bares, hoteles, clubs…, en los que donde todo el mundo participa de esa solución estética. Es la gran mayoría de lo que he hecho y a lo que nunca he renunciado. Pero también hemos intervenido en grandes proyectos de master plan de urbanismo, palacios y grandes espacios.

 

¿Es cierto que has diseñado una ciudad entera junto a La Meca?

Estamos concursando y ya se ha presentado el proyecto para una nueva ciudad de unas dimensiones parecidas a la ciudad española de León junto a La Meca. La medina perimetral en torno al espacio circular de la qibla, donde la gente reza y gira, se está demoliendo y hay que realojar a los habitantes locales –y antes a los que los van a atender–. Para estos últimos hemos diseñado el staff house. Lo hemos presentado al consejo del Mecca Project y es un plan de urbanismo con su nudo de circulación, sus plazas…, todo lo que conlleva una ciudad que hemos diseñado con una inspiración vegetal.

Tenemos otro proyecto importante de urbanismo en Abu Dabi y un master plan de urbanismo en Punta Cana, con elementos singulares como un manglar y una playa de seis kilómetros, en el que ordenamos el territorio potenciando el manglar. Una intervención bastante sostenible para implantar seis hoteles con conciencia ecológica.

Eso en lo urbanístico; en cuanto a otras obras vinculadas a la arquitectura, hice el palacio del emir de Qatar y he ganado el concurso, junto con firmas de arquitectos y grupos de ingeniería, para hacer el interiorismo del Estadio de la Qatar Foundation donde se celebrará el Mundial de 2022.

 

Eso he leído y me ha chocado mucho. ¿Qué partes del estadio vas a diseñar?

[Se ríe]. ¡Hay diseño por un tubo! Es un proyecto grande y hemos estado cuatro años en Doha. La Qatar Foundation es un campus universitario y el estadio está vinculado a ese campus. Había que diseñar desde las oficinas de la Qatar Foundation hasta el palco del emir, pasando por los lugares para los rezos (prayer room) y las abluciones… todo desde que el emir entra en el estadio hasta que llega al lounge (su palco, diríamos aquí). Y también todo eso para las demás categorías sociales porque aquí solo tenemos una categoría VIP, pero allí existe la “Very, Very VIP”, la “Very VIP” y la “VIP”.

Aparte, está la zona de restaurante, la de los jugadores con sus vestuarios y con sus espacios para las abluciones y rezos, además de zonas comunes de visitantes… Mucho trabajo.

 

¿Cuándo decidiste que esta sería tu profesión y qué ambiente te influyó para elegirla?

Soy toledano, de Lagartera. Mi madre ha defendido siempre la artesanía y las labores de Lagartera, y las puso a escala internacional como proveedora de las casas reales y en exposiciones internacionales. Mi casa era un centro vivo muy activo donde ocurrían muchas cosas y acudía mucha gente a visitarla. Yo crecí rodeado de esa estética y desde muy pequeño tuve muy claro que mi mundo era el hábitat, el diseño y, sobre todo, la arquitectura. Antes de terminar la carrera ya empecé a hacer muchas cosas: locales, apartamentos para el hotel Villa Magna… Y este local donde estamos fue un punto de inflexión.

 

El Larios Café es un magnífico ejemplo de tu trabajo, casi un muestrario o un escaparate (en el mejor sentido).

El Larios Café fue el primer espacio multifuncional donde se gestó la palabra evento, hace 18 años. Antes ibas a un local de paredes negras a tomar una copa y oír música, pero no se alquilaban locales para presentar una película o una fiesta. Este fue el primero donde podías comer, ver una actuación y luego bajar a bailar como en un club. Lo inventé en ese momento porque era mi visión radical de un espacio lúdico y tuvo un efecto económico muy potente. Lo alquilaban artistas como Almodóvar o Mariscal para sus presentaciones, lo premiaron revistas internacionales como Wallpaper y hasta revistas de China. Fue mi plataforma para todo lo que vino después.

¿Cómo se formó tu estilo?

Mi tradición estética parte de una cultura donde se mezcla lo árabe, lo judío y lo cristiano, y eso me invitó a investigar en el estilo andalusí. ¿Por qué me llegan proyectos como el palacio del jeque de Qatar o por qué gané el concurso para hacer la embajada de Argelia? Porque revisé el arab style y lo puse en clave contemporánea. Yo, que soy un enamorado de Marruecos, he hecho proyectos en Marrakesh y me compré una casa en Tánger; al revisar los patrones originales de esa estética, les quité el oropel y los actualicé. Y esa revisión ha sido mi guía, lo que me ha procurado muchos premios en el mundo árabe.

 

Los diseños que se imaginan en un estudio tienen que ejecutarse después. ¿Es fácil encontrar buenos artesanos en España?

¡Mira! [Señala una pared del Larios Café]. Ese mural con gráfica mía está hecho con cerámica de Talavera, de la que me nombraron embajador hace un año. Y, como mayordomo de la Cofradía de la Veracruz de Lagartera, mantengo el compromiso de mi madre con los bordados, la artesanía y las tradiciones de mis orígenes.

Yo disfruto dibujando en la mesa, que es lo que da forma a todo lo demás, pero la relación con el artesano es la base de la ejecución real de una idea y donde disfruto más.

En España hay buenos artesanos con un problema muy grave: la falta de protección gubernamental. El oficio se está perdiendo y eso es peligrosísimo, porque el lujo se basa en la artesanía y todas las grandes firmas de lujo se basan en lo hecho a mano. En eso, los italianos han sido pioneros. El norte de Italia está lleno de gremios especialistas en los acabados de muebles. Hay metalistas, carpinteros… con un nivel de calidad impresionante. Para que una silla esté bien diseñada necesita un año testando ese confort. Si tiene menos de un año, tendrá algún problema.

 

Así que el lujo es tiempo… Y el tiempo es lujo.

[Se ríe]. ¡Esa es la frase para todo! El tiempo es el lujo, realmente. Me doy cuenta cuando no tengo tiempo para diseñar, salir a cenar o estar de vacaciones.

 

Hablemos de clientes. ¿Tus hoteles para Room Mate son un buen ejemplo de colaboración cliente-diseñador?

Kike Sarasola tiene muy claro en qué ciudad quiere abrir cada hotel y el target al que está destinado. Como tiene el concepto de cadena bien resuelto, una vez que decide que eres el adecuado para hacer, por ejemplo, el hotel de Ámsterdam, te da un libro de estilo a seguir pero confía en ti. Nosotros presentamos las ideas, respetamos las suyas, yo le entrego las llaves en mano, él se queda encantado y todo es muy fácil. Pero cuando no tienes el briefing tan claro –y solo confían en ti relativamente– aquello empieza en problema y termina en problema.

 

Al despedirnos bromeo con su ubicuidad en todo evento que se precie de Madrid y su lado de socialité. Vuelve a reír como tantas veces durante nuestra charla. “No sé si es bueno o malo, pero tengo la suerte de tener muchos amigos, porque me gusta la gente, me inspiro en ella y me aporta muchísimo. Mi vida es la gente, está claro. No me veo encerrado todo el tiempo en un estudio yo solo, dibujando como un loco…”.

 

Texto: Juan Carlos de Laiglesia

Fotos: Ricardo Rubio

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