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Ekaterimburgo, la ciudad de los zares

Redaccion| 2 de abril de 2021

Fuera del elegante circuito europeo que incluye Moscú y San Petersburgo, desconocida y por lo tanto fascinante, se encuentra Ekaterimburgo: la ciudad del fin de un mundo, el de los zares. Un viaje que estaríamos deseando recuperar en la nueva normalidad, de la mano de Espido Freire.

Ekaterimburgo oscila entre el tercer y cuarto puesto de las ciudades más relevantes de Rusia, y no deja de crecer. Los rascacielos trepan cada vez más altos, en una fiebre de construcción constante que enlaza como puede con su pasado y con una nueva lectura del mismo.

Cada mes de julio, Ekaterimburgo se convierte en el centro de la peregrinación nacional de fieles ortodoxos

El turismo extranjero es virtualmente inexistente: encontramos una ciudad de negocios y de tratos. Sin embargo, cada mes de julio, Ekaterimburgo se convierte en el centro de la peregrinación nacional de fieles ortodoxos, que se convocan en la Catedral sobre la Sangre Derramada.

La Catedral de la Sangre Derramada

 

Lateral de la Casa Sevastyanov

El nombre oficial es mucho más largo, y aún más solemne. En el país existen tres iglesias con ese nombre, las tres erigidas donde un Romanov fue asesinado; y en los sótanos -ahora cripta- de esta delicada edificación blanca y dorada murieron siete de ellos: el zar Nicolás II, la zarina Alejandra y sus cinco hijos.

En 1918, la familia imperial y unos pocos criados llegaron a Ekaterimburgo: los encerraron en la casa Ipatiev, bajo la custodia del soviet de la zona. La casa, construida en 1880, pertenecía al ingeniero Ipatiev, a quien se la incautaron los soviéticos. Era una más de aquella ciudad joven y anodina. Contaba con dos pisos y un semisótano, como es aquí costumbre; amueblada a la moda, las paredes estaban cubiertas de papel pintado. Tras la valla crecía un huerto interior. Sabemos esto por fotografías, porque la casa ya no existe: Boris Yeltsin, uno de los hijos ilustres de Ekaterimburgo, ordenó que la derruyeran en 1977, en un intento fallido por limitar el creciente culto a los Romanov.

La frontera entre Asia y Europa no es una línea recta ni clara, de manera que se marca mejor con monolitos y marcas que con una barrera

Lo más similar a una mansión de la época que podemos visitar es la Casa Sevastyanov, aunque esta deslumbrante edificación es anterior y más ambiciosa. Las leyendas sobre Sevastyanov dicen que quiso dorar la cúpula de su casa y que se lo prohibieron esgrimiendo que era un derecho reservado a las iglesias, que usaban ese brillo para atraer la mirada de Dios. La Catedral Sobre la Sangre Derramada, que goza de ese privilegio, deslumbra bajo el sol de julio por fuera y por dentro. La noche en la que se cumple el aniversario de la muerte de los zares, los campamentos anexos se llenan: miles de personas, muchas de ellas mujeres, se congregan en los alrededores de ese lugar, a la espera de las Vísperas y del resto de las celebraciones.

Frescos de escenas de la familia Romanov en la Catedral de la Sangre Derramada

 

Claro del bosque donde los cuerpos de los Romanov reposaron ocultos por muchos años (Ganina Yama)

De camino hacia Ganina Yama, en las afueras de Ekaterimburgo, resultan obligadas las paradas en dos lugares emblemáticos: en uno de ellos se recuerda a las víctimas de las purgas del comunismo, en concreto las realizadas por Stalin. Un equipo de expertos exhuma en el bosque a sus espaldas, donde los fusilamientos clandestinos dejaron un reguero de víctimas aún no localizadas ni identificadas. Varios muros recuerdan los nombres de los represaliados y la fecha de su nacimiento y de su muerte. Sus descendientes viajan desde el otro extremo de Rusia para llevarles flores.

La segunda parada adopta un tono más festivo: la frontera entre Asia y Europa no es una línea recta ni clara, de manera que se marca mejor con monolitos y marcas que con una barrera. En uno de ellos, monumental, y tallado en el mejor granito uraliano, podemos detenernos con, literalmente, un pie en un continente y otro en el contiguo.

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Texto: Espido Freire

Fotos: Nika Jiménez

 

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