Skip to main content

Amazon también tiene sus sombras

Marketing| 14 de noviembre de 2018

Es la segunda compañía más valiosa del mundo, la líder en comercio electrónico y un admirado caso de éxito que comenzó vendiendo libros por internet en 1994 y que ahora diseña el futuro de la tecnología. Pero Amazon también tiene sus puntos débiles y en más de una ocasión ha sido apuntada por distintas razones.

La biografía de Amazon es una historia de éxito: un empleado del sector financiero neoyorquino decide abandonar su trabajo, pedir prestado dinero a su familia y trasladarse a Seattle –en la otra punta de los Estados Unidos– para montar una tienda de libros por internet. Era 1994. Casi un cuarto de siglo después, aquel empleado es el hombre más rico de la historia y su tienda de libros ha cambiado la forma en que compramos, consumimos y entendemos el mundo y la tecnología: Amazon es un gigante que ha superado su propia condición de tienda digital para convertirse en una marca que se mueve a toda velocidad para conquistar cuantos negocios sea menester.

La principal polémica que arrastra Amazon desde hace años tiene que ver con sus empleados. La compañía empleaba al término de 2017 a más de 566.000 personas, según datos de Statista. No todos son empleados directos de la compañía; una de las causas de esta complicada relación: mucha gente trabaja para Amazon en diferentes puntos del mundo y en ocasiones como subcontratados de otras compañías, lo que hace que el gigante estadounidense pierda el control de su propio negocio. Esto ha provocado que Amazon, por ejemplo, haya sido apuntada por las supuestas condiciones en que trabajaban empleados chinos encargados de fabricar algunos dispositivos de Amazon. Una investigación periodística reveló que algunos empleados trabajaban muchas más horas de las permitidas y dormían en zonas que carecían de las medidas de seguridad más esenciales, y también ganaban menos dinero que la media en el sector.

Pero los problemas de China, que la compañía se apresuró a solucionar con un tirón de orejas a su proveedor local, no son nada en comparación con los que a menudo tiene con la gran bolsa de empleados subcontratados que utiliza: los repartidores. Amazon entrega cada día millones de paquetes a domicilio, con habituales promesas incluso acerca del momento en que se entregarán a los compradores. La compañía subcontrata a empresas de mensajería el grueso de esta actividad, pero impone sus condiciones, consciente de que la nueva vida que están viviendo es gracias a su modelo de negocio. Entre ellas, severas penalizaciones a las empresas subcontratadas si un paquete no ha sido entregado, algo que se transfiere a los repartidores, que pueden llegar a perder su empleo si no son capaces de cumplir los objetivos. Esto no solo provoca estrés entre la plantilla, según denuncian algunos empleados, sino que ha dado pie a prácticas como entregar el paquete a un vecino del receptor para poder marcarlo como entregado y ahorrarse una reprimenda. Un comportamiento que las empresas subcontratadas achacan a empleados concretos y del que Amazon se desentiende por completo: sus cabreados clientes suelen recibir un cheque regalo por valor de cinco euros como compensación. Es el trabajador de a pie el que carga con la responsabilidad de cumplir unos objetivos que requerirían más personal para poder hacerse realidad de una forma eficaz, pero que tanto Amazon (que ajusta al máximo los costes de envío) como las compañías de mensajería que subcontrata (que buscan hacer su negocio a base de precarizar el proceso) parecen no querer escuchar.

En este reportaje, te contamos que los problemas de Amazon no solo reside en las subcontratas. Y te descubrimos un futuro robotizado.

 

>>Podrás leer el reportaje completo en el número de noviembre-diciembre 2018 de la revista Influencers.

 

 

 

 

OTROS ARTÍCULOS DE ESTE AUTOR
NOTICIAS RELACIONADAS

Suscríbete ahora

LO MÁS DESTACADO